Isabel Cuadra Berenguer:
Se acerca el final del año, y con él, esa sensación de última página en el libro de nuestra vida. Es como si el calendario nos recordara que es hora de cerrar ciclos, soltar cargas y mirar hacia adelante con nuevos sueños. Pero, ¿te has preguntado qué pasa en tu interior cuando un año termina y otro comienza? Aquí no estamos hablando solo de propósitos, sino de algo más profundo: cómo nuestra mente y nuestra energía perciben este cambio.
Nuestro inconsciente interpreta el fin de año como un cierre simbólico, una oportunidad para reorganizar nuestras emociones y experiencias. Cada diciembre, sin importar si lo hacemos consciente o no, repasamos mentalmente lo que fue, lo que pudo ser y lo que no queremos repetir. Es como si nuestra mente buscara darle sentido a lo vivido, guardar lecciones y dejar espacio para lo nuevo. ¿No es maravilloso cómo nuestro ser busca equilibrio y evolución, incluso sin que se lo pidamos?
Sin embargo, este cierre simbólico no siempre es tan fácil. Muchas veces arrastramos emociones, dolores o incluso frustraciones que parecen incrustarse en nosotras. Ahí es donde un ritual consciente puede marcar una gran diferencia. Porque, sí, cerrar un ciclo no es solo tachar un día en el calendario; es un acto de autocuidado, una declaración de que estás lista para lo que viene.
Te propongo un ritual sencillo y poderoso para cerrar este año y abrir las puertas al que viene. Busca un lugar tranquilo, un rincón donde puedas estar contigo misma sin interrupciones. Necesitarás papel, un bolígrafo y una vela. Antes de comenzar, respira profundo unas cuantas veces, permitiendo que tu cuerpo se relaje y tu mente se aquiete.
- Agradece lo vivido. En el papel, escribe tres cosas por las que estás agradecida este año. No importa si son pequeñas o grandes, lo importante es que las sientas genuinamente. Tal vez fue un nuevo aprendizaje, una amistad o un momento de alegría. Reconocer lo bueno ayuda a que nuestra mente cierre el año desde la gratitud, en lugar de enfocarse solo en lo que faltó.
- Suelta lo que no necesitas. Ahora, escribe aquello que deseas dejar atrás: miedos, patrones, relaciones o situaciones que ya no aportan a tu bienestar. Visualiza cómo, al escribirlas, esas cargas se desprenden de ti. Recuerda, no se trata de ignorarlas, sino de reconocerlas y dejarlas ir con amor. ¡Qué liberador es soltar!
- Declara tus intenciones. En otra hoja, escribe tres propósitos para el nuevo año. No tienen que ser metas enormes; lo importante es que sean tuyos, que resuenen con lo que de verdad deseas. Tal vez es cuidarte más, dedicar tiempo a lo que amas o atreverte a algo que te da miedo. Escribe estas intenciones en presente, como si ya estuvieran ocurriendo: “Me cuido con amor cada día”, “Disfruto de mi tiempo con mis seres queridos”, “Me permito brillar sin miedo”.
- Cierra con luz. Enciende la vela y mira su llama por unos minutos. Esa luz simboliza el inicio de un nuevo ciclo. Si lo sientes, puedes leer en voz alta tus intenciones, dejando que la energía de tu voz las refuerce. Luego, quema el papel donde escribiste lo que deseas soltar, permitiendo que el fuego transforme esas cargas en cenizas.
Cuando terminemos este ritual, algo cambia dentro de nosotras. No es magia, pero se siente mágico. Es como si al honrar nuestros procesos internos, nuestro inconsciente se alinea con nuestro consciente, y juntas nos preparamos para recibir lo que la vida nos tiene reservado.
El inicio de un nuevo año no tiene por qué ser un evento lleno de presión o listas interminables de metas. Al contrario, puede ser un momento de autocuidado y reconexión contigo misma. Porque, al final, lo que importa no es solo lo que quieres lograr, sino cómo te sientes mientras lo haces.
Así que este diciembre, regálate este momento. Honra todo lo que viviste, reconoce lo que ya no te sirve y planta semillas para lo que quieres cultivar. Y recuerda: el verdadero cambio comienza dentro de ti. ¡Feliz cierre de año y un 2025 lleno de posibilidades infinitas!