Mejora la comunicación con tu pareja con 7 técnicas de asertividad

Luisa Rodriguez: 

Los problemas, las peleas y los malentendidos en pareja son, por desgracia, algo mucho más común de lo que nos gustaría. Pero que sea algo común no quiere decir que sea sano, correcto o la única manera en que las parejas pueden comunicarse. Muchas veces no encontramos la manera sana o correcta de comunicarnos sin que surja de repente una discusión por cualquier cosa.

La comunicación y el respeto hacia uno mismo y hacia el otro son los pilares básicos de una relación. Cuando conseguimos comunicarnos de forma asertiva nos damos cuenta de que conseguimos con más frecuencia lo que nos habíamos propuesto. Por el contrario, cuando la conversación termina en discusión, no llegamos a conseguir nada y nos quedamos con una sensación de nervios, tristeza e impotencia.

La comunicación asertiva nos brinda el equilibrio, el punto medio entre los dos extremos: la pasividad y la agresividad. La asertividad es la habilidad que nos permite expresar nuestros sentimientos, gustos, opiniones o demandas de la forma adecuada y sin dañar los sentimientos de los demás. A través de esa comunicación asertiva conseguimos hacernos entender tal y como queremos sin necesidad de imponer opiniones y sin llegar a faltar el respeto al otro.

Te voy a dar 7 trucos sencillos para mejorar la comunicación con tu pareja:

Debe haber congruencia entre la comunicación verbal y la no verbal. Debemos decir las cosas con calma, pero también nuestros gestos con las manos o la cara deben ir en consonancia con esa tranquilidad, sino enviarán un mensaje contradictorio. Si estás hablando con un tono de voz adecuado pero mientras estás pegando golpes con la mano en la mesa o moviendo tus brazos con mucha furia, se percibirá como un mensaje más agresivo que asertivo. Aunque a veces cueste mucho, cuando pedimos algo y esa petición la acompañamos de un beso o una sonrisa, tenemos más probabilidades de conseguirlo.

Es mejor hacer una petición que hacer una demanda. Percibimos más respeto cuando nos hacen una petición que una demanda, sobre todo si esa demanda adquiere un tono de exigencia. Sería mejor decir “¿Podrías recoger la ropa de la habitación, por favor?” que “¡Recoge la ropa de una vez ya!”.

Mejor hacer preguntas que acusaciones. Las acusaciones nos ponen a la defensiva porque pueden hacer que nos sintamos atacados. Por eso, es mejor decir “¿Recogiste la ropa de la habitación?” que “¡Seguro que, como siempre, no has recogido al final la ropa!”.

Criticar lo que la persona hace, no lo que la persona es. Si etiquetamos a la persona, es menos probable que esta cambie, y además, obtendremos una reacción defensiva de su parte. A veces cuando le ponemos un “cartel” a una persona, ya hacemos que se sienta identificado con ello y no haga ningún intento de mejorar o cambiar. Por ejemplo, el “cartel” de desordenado. Mejor decir: “veo que se te ha olvidado recoger la ropa” que: “eres un descuidado y desordenado que siempre te dejas la ropa tirada”.

Comunica tus emociones negativas o tus demandas, no las vayas acumulando. Si vas acumulando situaciones que te molestan sin decir nada, en algún momento del futuro se producirá un estallido emocional cuando un día suceda algo y ya no puedas soportar más. Lo que llamamos “la gota que colma el vaso”. El día que uno estalla por haber aguantado demasiado, la comunicación asertiva resultará más complicada o imposible.

Discutir los problemas de uno en uno. No aprovechéis que estáis discutiendo un tema para sacar otros que os molesten. En un momento de discusión uno está más susceptible y nervioso y no es buen momento para sacar temas nuevos que no tienen relación con el tema que estéis discutiendo. Es mejor sacar otros temas en momentos de más tranquilidad.

Evitar las generalizaciones (“siempre” y “nunca”). Estos términos no suelen ser ciertos y además suelen generar etiquetas y ya hemos visto antes que las etiquetas provocan que la persona se acomode en un comportamiento y no lo intente cambiar.

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